EDUCACIÓN SIN BARRERAS
- Enfoque Sensorial
- 6 may 2024
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Actualizado: 16 may 2024
Más de 20 mil estudiantes con discapacidad cursan la educación superior, pero casi el 90% de las universidades no brindan ajustes razonables, como intérpretes para sordos o sordociegos. Eugenio Julca es parte del 0.3% de estudiantes sordociegos que enfrentan esta falta de apoyo.
Desde 2020 hasta 2023, alrededor de 27 mil estudiantes con discapacidad se registraron en 69 de las 97 universidades acreditadas por Sunedu, según datos del Ministerio de Educación (Minedu). De este grupo, cerca del 0.3% son estudiantes con discapacidad sordoceguera, quienes requieren apoyo especial, como el guía-intérprete, para acceder a la educación superior. A pesar de esta necesidad, casi la mitad del sistema educativo carece de intérpretes, y en las universidades privadas, cerca del 90% no garantiza mejoras en el acceso ni la efectiva implementación de políticas de inclusión en la educación superior.

"No hay presupuesto para aceptarte aquí y brindarte un guía intérprete", esa respuesta recibió Eugenio Julca, joven de 24 años con discapacidad sordoceguera, en la Universidad Alas Peruanas y la Universidad Mayor de San Marcos en el 2019. Ambas universidades le negaron las adaptaciones necesarias para su aprendizaje, a pesar de que el artículo 38 de la Ley General de la Persona con Discapacidad estipula que las universidades públicas y privadas deben realizar ajustes razonables, como brindar intérpretes para garantizar el acceso y permanencia de las personas con discapacidad, así como reservar el 5% de las vacantes para este grupo.
Estos casos no son aislados. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo el 21,3% de la población con alguna discapacidad ha logrado acceder a la educación superior en Perú. Este bajo porcentaje se desglosa en un 13,2% que ha alcanzado niveles universitarios, incluyendo maestrías y doctorados, y un 8,1% que ha completado estudios técnicos superiores no universitarios. Sin embargo, la falta de oportunidades para las personas sordociegas se agrava aún más. Un informe de la Federación Mundial de Sordociegos revela que este grupo tienen menos probabilidades de empleo y escolarización. Entre el 20% y 75% tienen discapacidades adicionales y enfrentan barreras de salud, además de ser más propensas a la depresión.
Sentir para entender
Desde su nacimiento, Eugenio Julca enfrentó el desafío de vivir con sordera, una realidad que su familia, especialmente su padre, profesor de profesión, buscó cambiar a toda costa. Con la esperanza puesta en un implante coclear de 35 mil soles, su padre asumió trabajos adicionales como albañil. Trágicamente, falleció sin lograr su objetivo cuando Eugenio tenía solo cuatro años. Ocho años después, Eugenio logró conseguir el implante gracias al apoyo de una campaña internacional liderada por Julia Chuquitaype, su intérprete voluntaria.

Eugenio fue sometido a una cirugía de implante coclear a los 12 años en el Hospital Almenara.
A los 6 años, Eugenio disfrutaba de nadar y manejar bicicleta. Sin embargo, un año después, ya no pudo realizar estas actividades, ya que comenzó a perder la visión. Durante su infancia, ha asistido a diversos colegios, comenzando su educación en el colegio especial “Perú Holanda” de Jesús María. Luego, cursó los primeros tres años de primaria en “La inmaculada” en Barranco, donde mostró buen rendimiento académico. Sin embargo, las dificultades se acentuaron al ingresar a “San Clemente El Apóstol”, un colegio inclusivo en Carabayllo.
“La experiencia en el colegio particular fue terrible, no lograba entender las clases porque los profesores no tenían tiempo para hacer las adaptaciones curriculares y apoyarme, tampoco tenían los materiales didácticos adecuados”, comenta Eugenio Julca
No hay presupuesto
En 2022, se registraron 54,039 personas con discapacidad, mientras que en 2023 la cifra aumentó a 60,805 personas, lo que representa un incremento del 12.52%. De esta población registrada, menos del 1% corresponde a personas con diagnóstico de sordoceguera, siendo los hombres la mayoría en esta categoría. Aunque la comunidad sordociega es minoritaria, requieren de una mayor atención debido a la dificultad para su autonomía y comunicación que implica la pérdida de ambos sentidos. Sin embargo, las políticas efectivas para asegurar sus derechos y acceso a servicios básicos aún no responden adecuadamente a sus necesidades.
Eugenio Julca, enfrentando estas barreras, compartió su experiencia: “Solicité a la Minedu y Conadis que necesitaba el servicio de guía-intérprete y la movilidad, pero nos dijeron que no tienen presupuesto”. Esta realidad se extiende a las instituciones educativas, donde la falta de estándares en la remuneración para intérpretes restringe el apoyo necesario para estudiantes con discapacidades auditivas y en particular, para aquellos con sordoceguera. Julia Chuquitaype, una guía-intérprete voluntaria, evidencia esta problemática: “Cada institución propone un sueldo, pero no es un estándar. Los intérpretes que están reconocidos no van por una tarifa menor”.
La Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad San Marcos ofrecen alrededor de 2,400 soles por el servicio de un intérprete en tres de los seis cursos que lleva un estudiante regularmente. En este contexto, la Universidad Católica Sede Sapientae (UCSS) solo ofreció apoyo oficial a Eugenio una vez, en el año 2023, asignándole un presupuesto de 1400 soles al mes que no se repitió al año siguiente. Julia, vital en el viaje académico y personal de Eugenio, ilustra la precariedad de la situación: “Si no fuera su intérprete voluntaria, Eugenio no tendría apoyo en clases y estaría en desigualdad de condiciones”.
Las deficiencias del sistema se subrayan aún más por el bajo porcentaje de casos denunciados que reciben respuesta. Fanny Urbizagastegui, de la Dirección de Promoción y Desarrollo de Conadis, enfatiza la lucha contra las barreras burocráticas: “Desde la jurisdicción de Conadis, nos encargamos de hacer respetar los derechos. Lamentablemente, es difícil lidiar con las barreras actitudinales de los funcionarios en el país”.
Luis Lujan, representante del Programa de Defensa y Promoción de las Personas con Discapacidad de la Defensoría del Pueblo, resalta la inacción de las universidades en la gestión de recursos para estudiantes con discapacidad: “Toda universidad puede prever y requerir un presupuesto destinado para la persona con discapacidad, pero no lo hacen”.
El incumplimiento de la norma al no proporcionar un intérprete gratuito a estudiantes sordos o sordociegos perpetúa la discriminación y agrava la desigualdad. Aunque la ley sanciona estas omisiones con multas de hasta 10UIT, equivalente a 51,500 soles, la realidad muestra persistentes limitaciones y desafíos en la lucha por una educación inclusiva y accesible.
Metas por la que luchar
A menos de un año de finalizar la carrera de Educación de Primaria, Eugenio desde Caraybayllo y Julia desde San Miguel se reúnen de lunes a viernes a las tres de la tarde para ingresar a clases en la Universidad Sede Sapientae en Los Olivos. Su pasión por la enseñanza lo impulsa a soñar en grande: trabajar en el ámbito educativo para ganar experiencia y, eventualmente, fundar su propio colegio. A pesar de los obstáculos enfrentados en el camino hacia posiciones pedagógicas, su determinación se mantiene intacta, participando en talleres de emprendimiento, diseñando materiales didácticos adaptativos y actividades lúdicas para niños con discapacidades. Eugenio se ve a sí mismo enseñando en un colegio particular que celebre la diversidad.
“Mi propósito es evitar el sufrimiento a los niños en el futuro como me sucedió a mi cuando fui niño”, enfatiza Eugenio Julca
Eugenio reflexiona sobre la realidad de las personas con discapacidad en su comunidad, resaltando tanto los avances legales como las brechas en su implementación efectiva: “Hay una comunidad con discapacidad que está luchando por su desarrollo personal en trabajo, educación y accesibilidad, hay más normas, pero la realidad nos enseña que los logros son muy pocos para la enorme cantidad de personas con discapacidad que no puede lograr la autonomía en esos temas”.
La historia de Eugenio Julca es un testimonio de perseverancia, un recordatorio de los desafíos aún presentes en la sociedad para lograr una inclusión total. A medida que se acerca el fin de su carrera universitaria, su viaje enfatiza la importancia de la adaptabilidad, el apoyo mutuo y, sobre todo, la inquebrantable determinación de luchar por un futuro donde la educación sea accesible para todos, sin importar sus capacidades. Con cada paso que da, Eugenio no solo se acerca a sus propios sueños, sino que también ilumina el camino para otros, demostrando que, con esfuerzo y solidaridad, los obstáculos pueden transformarse en oportunidades.
Redactado por Angela Espiritu Diaz
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